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jueves, 9 de diciembre de 2010

La Shahada




Bandera de Arabia Saudí con la Shasada'.'
La shahāda (الشهادة, de šahida, "testificar"), o profesión de fe islámica, es la declaración de fe en un único Dios (Allah en árabe) y la profecía de Mahoma. Su recitación se considera uno de los cinco pilares del islam. Cuando se pronuncia sinceramente en voz alta ante los dos testigos requeridos por la tradición, el que la ha mencionado se puede considerar musulmán.
  • Texto arábigo: لا إله إلا الله محمد رسول الله
  • Romanización: Lā 'ilāha 'illā-llāhu Muhammad rasūlu-llāh.
  • Traducciones al español:
    • "No hay más dios que Dios, Muhammad es el mensajero de Dios". Esta es la traducción literal.
    • "No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta". Esta es quizá la traducción más habitual, aunque es poco rigurosa (véase el artículo Alá al respecto).
  • Algunos musulmanes chiíes añaden: `Alīyun wāliyu-llāh (Ali es el regente de Dios) al final de la shahāda. No es obligatorio para los chiíes decirlo aunque la mayor parte lo hace y está recomendado por la mayoría de los ayatolás.
Mediante esta fórmula el musulmán proclama la unidad y la unicidad divinas. La unidad, porque declara que hay una única divinidad. La unicidad, porque declara que dicha divinidad es esencialmente una, es decir, que no tiene asociadas otras figuras divinas. La unidad divina marca la distancia respecto al politeísmo, mayoritario en la Arabia preislámica pero presente para muchos musulmanes también en el cristianismo a través del culto a los santos, mientras que el concepto de unicidad o tawhid, que es central en el islam, marca la distancia respecto a fenómenos como el de la Trinidad cristiana.
Esta afirmación acompaña a los musulmanes durante toda su vida. Se susurra al oído de los recién nacidos, y a los moribundos se les ayuda a pronunciarla. El dedo índice apuntando al cielo es el gesto que acompaña o incluso sustituye a la shahada.
La creencia sincera en la shahada basta para ser considerado musulmán. Su pronunciación ante testigos, tras una ablución, constituye todo el ritual necesario para convertise al islam. Sin embargo, de acuerdo con la doctrina islámica, por sí sola no basta para conducir al creyente al Paraíso: para ello es necesario el cumplimiento de las obligaciones de los otros cuatro pilares.
























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