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sábado, 17 de diciembre de 2011

Un embajador árabe en Constantinopla Finales del siglo X




A finales del siglo X, los estados más poderosos en Eurasia Occidental eran Bizancio y el Imperio Abásida. Estos estados intercambiaban constantemente embajadas. Este es un extracto del detallado informe de un enviado árabe a Constantinopla a finales del siglo X. Su misión a la corte de Basilio II, concernía a Bardas Skleros, un demandante al trono bizantino que había ido a Bagdad buscando el apoyo árabe.
Así que yo marché a Constantinopla e hice mi entrada después de haber sido recibido y muy cortésmente escoltado por oficiales de la corte. Fui honorablemente alojado en el palacio del Kanikleios N'cephorus (el enviado vino conmigo) quién estaba en el favor del Soberano. Luego fui convocado a la presencia del Chambelán [es decir, el eunuco Basilio], quién dijo: "Nosotros estamos familiarizados con la correspondencia que afecta su mensaje, pero declare sus puntos de vista". Entonces yo produje el actual acuerdo que él inspeccionó y entonces dijo: "¿La cuestión no era abandonar el impuesto territorial en el territorio de Abu Taghlib [en Mosul], tanto pasado y futuro, fijado con al-Bakilani de acuerdo con sus deseos, e no asintió él a nuestras condiciones acerca de restaurar las fortalezas que habíamos tomado, y acerca del arresto de Bardas?
Su amo aceptó este acuerdo y obedeció nuestros deseos, ya que usted tiene su ratificación de la tregua bajo su propia mano". Yo dije que al-Bakilani no había llegado en absoluto a arreglo alguno; él contestó que él no se había ido hasta no haber establecido las condiciones del acuerdo cuya ratificación bajo la mano de su soberano sería remitida, y que él había producido su carta aprobando el total de las estipulaciones previamente. Por esta razón yo fui conducido a encontrar algún dispositivo para encontrar esta posición.
Yo dije esto: "Ibn al-Bakilani no llegó a acuerdo alguno con usted; fue Ibn Kunis quien hizo este tratado y tomó una copia de él en idioma griego". En eso salió el Chambelán, y le preguntó a Ibn Kuinis "¿Quién ha autorizado esto?" a lo qué él contestó que nadie ni Ibn al-Bakilani había establecido cosa alguna, y yo me retiré.

Después de unos días el Chambelán me convocó y reasumió la lectura el acuerdo. Hizo una pausa en un punto dónde hablaba de lo que podría establecerse con Ibn Shahram en base a lo que contenía la tercera copia, y dijo que esta era una copia, pero ¿dónde estaban las otras dos? Al referirse a este pasaje yo vi la equivocación que se había cometido permitiendo esta posición, y dije: "El significado del pasaje es que el acuerdo debía ser por triplicado, una parte para permanecer con el gobernante bizantino, una para estar en Alepo, y la tercera en la capital [Bagdad]". Ibn Kunis negó, diciendo que sus instrucciones habían sido anotar el exacto sentido del acuerdo, y el Chambelán dijo que esta copia era la valedera; que la segunda copia se refiría a dejar las fortalezas, mientras que la tercera omitía toda mención a Alepo; que el acuerdo se había firmado en las condiciones acordadas con Ibn al-Bakilani, y el solo objeto de enviar esta copia era procurar la mano del soberano y el sello. A lo que yo dije: "Esto no puede ser así; mis instrucciones son meramente lo que yo he declarado en lo que concierne a Alepo y las fortalezas, de acuerdo con el tratado que usted ha visto". Él contestó: "Si Bardas [es decir, Skleros] aquí efectivamente y usted nos habrían hecho a todos prisioneros, usted no podría pedir por más de lo que usted están pidiendo; y Bardas es, de hecho, un prisionero".….
Yo contesté: "Su supuesto caso de Bardas estando aquí efectivamente es de ningún peso, ya que usted es bien consciente que cuando Abu Taghlib, quién no está en equivalencia con el más bajo de los seguidores de 'Adud al-Daula, ayudó a Bardas, frustró los planes de los soberanos bizantinos durante siete años; ¿cómo sería, entonces, si 'Adud al-Daula lo ayudara con su ejército? Bardas, aunque prisionero en nuestras manos, no está expuesto, como sus cautivos lo están, a la mutilación; su presencia en la capital es la mejor cosa para nosotros, porque nosotros no hemos hecho un cautivo de él. Puede ser que él se preocupará pensando que queremos desplazarlo, desesperará de nosotros, extrañará, y se marchará; pero en la actualidad está actuando con nosotros y está tranquilo por la pompa y seguridad que presencia en la capital. Nosotros mantenemos de verdad, todos los hilos."
Mis palabras le impresionaron y confundieron grandemente, porque él sabía que eran verdaderas, y dijo: "Lo que usted pide no puede concederse; nosotros ratificaremos, si usted quiere, lo que estaba convenido con al-Bakilani, de otro modo, retírese". Yo contesté: "Si usted desea que yo me retire sin haber tenido un audiencia con el Soberano, así lo haré". A esto él dijo que él hablaba por el Soberano, pero que pediría una audiencia para mí.
Y por unos días fui convocado y asistí. El Soberano bizantino [Basilio] hizo que lo que había pasado fuera repetido a él en mi presencia, y dijo: "Usted ha venido con un deplorable recado; su enviado vino y procuró nuestro consentimiento a ciertas condiciones que incluían restaurarnos las fortalezas tomadas durante la revuelta; usted está pidiendo ahora que cedamos otras fortalezas que fueron tomadas por mis predecesores.
“O consienta en lo que originalmente se estipuló o vaya en paz". Yo contesté: "Pero al-Bakilani no convino nada, ya que, en cuanto al documento que él trajo, usted nos privaron bajo sus condiciones de la mitad nuestro territorio; ¿Cómo podemos nosotros admitir semejante cosa contra nosotros mismos? De estas fortalezas en Diyar Bakr ninguna está en poder de ustedes; ahora Diyar Bakr nos pertenece: todos lo que pueden hacer es disputarla, y usted no sabe cual será el resultado de la lucha". Aquí el Chambelán se interpuso, diciendo: "Este enviado es hábil en controversias y puede componer una historia satisfactoria: la muerte es mejor para nosotros que la sumisión a estas condiciones: permítale volver donde su amo". El Soberano se levantó entonces, y yo me retiré.

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